Los parques naturales y las razones para el rechazo

Entre el martes y el miércoles he participado en sendos talleres de participación ciudadana en Abla y Abrucena. Son dos pequeños municipios del interior de la provincia de Almería situados en la falda de Sierra Nevada, en el valle del Río Nacimiento.

Los elegimos por su trayectoria dispar con la registrada por la provincia (que puede verse en el gráfico adjunto), trayectoria que se refleja en su demografía, en su economía y que podría comenzar a cambiar a partir dela puesta en servicio de la A92 Sur (Autovía Granada-Almería) que modifica favorablemente su renta de situación, y la emergencia del fenómeno de los residentes rurales extranjeros.



Estos talleres se encuadran en el marco de un estudio piloto que intenta aunar criterios naturales y socioeconómicos para construir una herramienta de gestión territorial que prime la sostenibilidad o sustentabilidad sobre las vías de desarrollo menos sostenibles.
El porqué de esta entrada viene a cuento de las diferencias detectadas entre los vecinos de los dos pueblos. En Abla tuvimos que sacar a relucir nosotros las ventajas e inconvenientes del Parque Natural de Sierra Nevada, ya que su crecimiento urbano y su economía están menos afectadas. Sin embargo, la actitud predominante en Abrucena era claramente contraria al Parque. No es la primera vez que veo un comportamiento así y, a base de hablar con los vecinos, creo que he llegado a una especie de hipótesis del porqué de estas actitudes:
La mayor parte de las personas contrarias a los parques con las que he hablado, suelen expresar su fuerte desengaño con las administraciones, sobre cualquier otra cosa, se sienten engañados. Por un lado, se les hicieron una serie de promesas de mejora económica que luego no se produjeron y, los usos tradicionales que se obtenían de la tierra, se coartan por la normativa del parque, sintiéndose expropiados sin indemnización.
La verdad es que es bastante comprensible. Y el problema radica en que la administración medioambiental susele olvidar algunos aspectos cruciales: el primero, que las personas son parte de la fauna de los parques, ya que en España y en Almería, quedan pocos paisajes "naturales", ya que en casi todos ha habido intervención humana (en Abrucena sólo hay que mirar en dirección al Castillejo para comprender que esos paisajes de la montaña son más artificiales que naturales). La Administración primaba los valores naturales sobre los sociales, y como prueba el hecho de que no se hayan comenzado a aprobar los Planes de Desarrollo Sostenible hasta una década después, dando de lado a las personas que contribuyeron con su trabajo a dar forma a los territorios que se protegían.
Otra de las grandes frustraciones de los vecinos suele ser la falta de diálogo con la administración, que toma las decisiones sin oírles y que luego tampoco le hace caso cuando piden ayudas. Ayudas tan concretas como intervenir en un encinar que se está viendo afectado por una enfermedad y las escasas precipitaciones.
En fin, posiblemente cuando se montó la red de parques andaluza se actuó con la premura de salvar las últimas joyas de la corona, lo que explica la poca atención a las personas, pero una vez salvada la urgencia habría que haberse puesto manos a la obra mucho antes, ya que en algunos lugares, la negativa a los parques como limitadores del más mínimo desarrollo sólo acabará cuando se muera la generación que tenía uso de razón cuando fueron declarados.

Referencias:
Prediagnóstico socio-económico de Abla y Abrucena:
prediagnosisAbla-Abrucena

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